Merry Christmas
O Come, Let Us Adore Him
Merry Christmas Brothers and Sisters!
I pray that this Season of Christmas, which we begin today may be a time of peace, joy and grace for you and your family. The coming of Christ to us at Bethlehem is lived out in our experience as Catholics at every Mass we attend.
Namely, Jesus Christ comes to us in this world, and we come to adore him, and better still, to receive him.
That simple reality of our meeting God in the Most Holy Eucharist is, for me, a singular reason above all others that I am both a Catholic and a priest. There are many other things I treasure about the life of faith and also of the Church, but the Real Presence of Jesus Christ in the Eucharist is the one thing that, for me, separates the gift and experience of the Catholic faith from all other things in this life and on this earth. Every Mass is a meeting with God – a meeting like the one the shepherds outside Bethlehem had on Christmas Night. A meeting like the one Peter had with Jesus at the Sea of Tiberius. A meeting like the condemned Mary Magdalene had when Jesus saved her from being stoned to death. A meeting like the woman at the well had, when Jesus called her out of personal emptiness and to the wellsprings of grace and friendship. A meeting like two disciples had on the Road to Emmaus, when Jesus, raised from the dead, was made known to them in Breaking of the Bread. All of the meetings of man and God are lived fully in the celebration of the Mass – every time and in every place.
This year the Christmas Season lasts until January 10th. That means that we’ve got a little over two weeks to celebrate Christmas! In my experience growing up, Christmas often seemed to end sometime on or before New Year’s Day. More or less, I think that is the experience of most American Christians. But, for the Catholic, the Season of Christmas really does last over a week into January. Even as a young priest, I always found it tough to kind of stay in the moment of it all,
especially as we turned the calendar page to a new year. And then, something changed for me. Some years ago I decided to make my annual 5-day retreat right after New Year’s Day. I did it for two reasons: first, in order to begin the year in prayer and with God who I want to be first in my life; and second, in order to try to live the Christmas Season solidly through to its completion. Making my retreat then really elevated me spiritually.
The past two years, however, I wasn’t able to make my annual retreat that week. And yet I still found myself still able to remain dialed in to the grace and season of Christmas through to its completion. Prayer did it! Prayer always does it. Prayer
makes it happen. Actually, prayer makes so many things happen. Once I became awakened to beginning the near year by still living the grace of Christmas, I found I was able to still do it no matter what. And living in the spirit and season of Christmas until around January 10th each year has helped me, as prayer does, to live and walk and be on another plane as I live out the reality Christmas and begin a New Year. And that plane is the plane of everlasting life.
If I can offer a small word of encouragement to you, friends, as well as to myself, it would be to live a little more on that plane – the one of grace and of the spirit more in this time and in this New Year to come, than we have in the past. Live
in the grace and spirit and movement of Christmas until January 10th. We can choose now to live 2023 on a deeper and more prayerful level than any year we’ve ever lived before. We should do that! We should do it because you and I were
made for the best things; that is to say, for eternal things. God comes to meet us. Let’s meet him anew. Let’s ask him to remain with us. And, let’s choose stay with him too. O come, let us adore him!
Merry Christmas, Fr. Mark
Ven Adoremoslo
¡Feliz Navidad hermanos y hermanas!
Oro para que esta Temporada de Navidad que comenzamos hoy sea un tiempo de paz, alegría y gracia para ti y tu familia. La venida de Cristo a nosotros, en Belén, se vive en nuestra experiencia como católicos en cada Misa a la que asistimos. Es decir, Jesucristo viene a nosotros en este mundo, y venimos a
adorarlo, y mejor aún, a recibirlo.
Esa simple realidad de nuestro encuentro con Dios en la Santísima Eucaristía es, para mí, una razón singular por encima de todas las demás por las que soy católico y sacerdote. Hay muchas otras cosas que atesoro sobre la vida de fe y también de la Iglesia, pero la Presencia Real de Jesucristo en la Eucaristía es lo único que, para mí, separa el don y la experiencia de la fe católica de todas las demás cosas. en esta vida y en esta tierra. Cada misa es un encuentro con Dios, un encuentro como el que tuvieron los pastores en las afueras de Belén en la noche de Navidad. Un encuentro como el que tuvo Pedro con Jesús en el mar de Tiberio. Un encuentro como el que tuvo la condenada María Magdalena cuando Jesús la salvó de ser lapidada. Un encuentro como el que tuvo la mujer junto al pozo, cuando Jesús la llamó del vacío personal a las fuentes de la gracia y
la amistad. Un encuentro como el que tuvieron dos discípulos en el Camino a Emaús, cuando Jesús, resucitado de entre los muertos, les fue dado a conocer en la Fracción del Pan. Todos los encuentros del hombre con Dios se viven plenamente en la celebración de la Misa, en todo tiempo y en todo lugar
Este año la Temporada de Navidad dura hasta el 10 de enero. ¡Eso significa que tenemos un poco más de dos semanas para celebrar la Navidad! En mi experiencia de crecimiento, la Navidad a menudo parecía terminar en algún momento del día de Año Nuevo o antes. Más o menos, creo que esa es la experiencia de la mayoría de los cristianos estadounidenses. Pero, para los católicos, la temporada de Navidad realmente dura más de una semana hasta enero. Incluso cuando era un sacerdote joven, siempre me resultó difícil permanecer en el momento de todo, especialmente cuando pasamos la página
del calendario a un nuevo año. Y entonces, algo cambió para mí. Hace algunos años decidí hacer mi retiro anual de 5 días justo después del día de Año Nuevo. Lo hice por dos razones: primero, para empezar el año en oración y con Dios que
quiero ser primero en mi vida; y segundo, para tratar de vivir con solidez el Tiempo Navideño hasta su culminación. Hacer mi retiro entonces realmente me elevó espiritualmente.
Sin embargo, en los últimos dos años no pude hacer mi retiro anual esa semana. Y, sin embargo, todavía me encontré capaz de permanecer marcado en la gracia y espirtu de Navidad por toda la temporada. La oración lo hizo. La oración siempre lo hace. La oración hace que suceda. En realidad, la oración hace que sucedan muchas cosas. Una vez que me desperté para comenzar mi año viviendo aún la gracia de la Navidad… descubrí que aún podía hacerlo. Y hacerlo me ha ayudado, como lo hace la oración, a vivir y caminar y estar en otro plano mientras vivo la realidad de la Navidad y comienzo un Año Nuevo. Y ese plano es el plano de la vida eterna.
Si les puedo ofrecer una pequeña palabra de aliento a ustedes, amigos, as como a mí mismo, sería vivir un poco más en ese plano, el de la gracia y el del espíritu, más en este tiempo y en este Año Nuevo. por venir, de lo que tenemos en el pasado. Vive en la gracia, el espíritu y el movimiento de la Navidad hasta el 10 de enero. Podemos elegir ahora vivir 2023 en un nivel más profundo y de oración que cualquier año que hayamos vivido antes. ¡Deberíamos hacer eso! Debemos hacerlo porque tú y yo fuimos hechos para las mejores cosas, es decir, para las cosas eternas. Dios viene a nuestro encuentro. Conozcámoslo de nuevo. Pidámosle que se quede con nosotros. Y elijamos quedarnos con él también. ¡Venid, adorémosle!
Feliz Navidad, Padre Marcos